Los productos chinos son tradicionalmente percibidos como de “mala calidad”, sin embargo la misma gente que así los condena, no se da cuenta que aproximadamente el 90% de los productos que utiliza, son hechos total o parcialmente en China. Visto desde este punto de vista, es un mito que los productos sean de mala calidad. Más bien, depende de la gestión de compra el asegurar que los productos que se adquieran de China, sean de la calidad que corresponde a lo que se paga por ellos.
China es un país gigantesco y como en todas partes, hay empresas buenas y empresas malas, gente honesta y gente con malas intenciones. Lo importante es saber buscar y escoger a las empresas y a la gente con la que se trabajará para eliminar cualquier posibilidad de fraude. El inconveniente es que logísticamente un producto no se puede devolver, y además es muy difícil una devolución de dinero, en el caso de una defraudación. La búsqueda y selección adecuada de un proveedor, así como de las auditorías de fábrica, garantizan que este riesgo sea mínimo o igual al que se tomaría negociando con alguna empresa de Europa o USA.
Hay que considerar que China está a 15,000 kilómetros de Guatemala. Toda importación dura no menos de 2 meses y en el caso ideal de 3 a 4 meses. Para gozar los beneficios de importar de China, se debe considerar que hay que anticiparse a las necesidades con un plazo suficiente.
En China la limitante de lo que se puede o no hacer es casi inexistente. Ya que China es la fábrica del mundo, existe gran facilidad de hacer moldes, colores, texturas, diseños, etc., por lo que prácticamente no hay límites de lo que se puede hacer.
Hay que tomar en consideración que los gastos de transporte (flete, internación, y aduana), pueden ser bastante elevados para compras pequeñas, aunque para compras de mayor tamaño, dichos gastos son accesibles. Importar directamente de la China requiere de cierto volumen mínimo, tanto en dinero, como en espacio, para que la importación sea rentable.